Tras el Grito de Independencia, el cielo se iluminó con el famoso castillo pirotécnico, una estructura de madera emblemática de las celebraciones mexicanas. Con hasta 45 metros de altura, este castillo exhibía representaciones de Miguel Hidalgo y Costilla, la campana y el símbolo nacional del águila posada en un nopal sosteniendo una serpiente. Los fuegos artificiales, teñidos de verde, blanco y rojo, simbolizaron la esperanza, la pureza y la valentía de nuestros héroes patrios, rindiendo un impresionante tributo a nuestra historia y legado.

Después del castillo, la emoción se apoderó de la multitud con la quema del torito, una estructura cargada de cohetes, canchinflines y estrellitas, que se alzó sobre los hombros de un valiente hombre antes de desatar los juegos pirotécnicos. La gente corría en todas direcciones para evitar ser alcanzada por el torito, en un momento que simboliza la emoción y la tradición de esta celebración.

Cerca del Jardín de la Villa, una calle repleta de puestos ofrecía una amplia variedad de comida, desde churros hasta crepas, y también auténtica comida mexicana en las cercanas cenadurías. Los amantes de las compras encontraron tesoros en los puestos de artesanías, donde se vendían salsas, pulseras, collares y tejidos a mano. Además, había opciones para todos, desde juguetes hasta ropa y zapatos.

El ambiente festivo se veía realzado por las hermosas decoraciones que adornaban el jardín y el Palacio Municipal. Luces y colores se entrelazaban, creando un ambiente de alegría y orgullo. A pesar de que el reloj marcaba más allá de la medianoche, la energía y el entusiasmo de la gente no decaían mientras disfrutaban de diversos eventos artísticos y culturales.

La celebración del Día de la Independencia en Villa de Álvarez es un recordatorio de nuestra historia y un testimonio de nuestra unidad como nación. Fue un honor ser parte de esta noche inolvidable, llena de tradición y emoción, que fortalece los lazos que nos unen como mexicanos. ¡Viva México!